2 de mayo de 2017

"MÚSICA EN EL AIRE" (Karmele Jaio)




Siempre decimos que los libros nos eligen a nosotros y no al revés. Puede que haya quien esté conforme o quien no lo esté. Al menos en este caso concreto, estoy conforme del todo. 
Una tarde de domingo de esas tontunas mientras tomaba un café y charlaba a ratos con varias personas, cogí un sumplemento del periódico de fin de semana, no sabría decir cuál, no lo recuerdo, para hojearlo. Hasta que captó mi atención un artículo de Julia Navarro hablando de otros libros y recomendando el que vengo a comentar hoy, "Música en el aire", de la escritora alavesa Karmele Jaio y editado por Tarttalo. No puedo decir porqué, pero en ese mismo momento saqué el móvil y me lo compré online. Y me encantó, tanto es así que ya he regalado dos ejemplares por ahora.

Por un lado, tenemos a Elena, una mujer mayor cuya soledad se ha instalado en casa para quedarse. Ante tal circunstancia, sus hijos -Olatz y Sabin-, preocupados y sin saber cómo actuar, deciden contratar a una chica ecuatoriana -Beatriz- para que la cuide durante todo el tiempo que ellos no pueden hacerse cargo de ella. Desde que Isidro falleciera, ella se mantiene impasible ante la vida, quedándose sin fuerzas para luchar, dejando pasar los días sin la necesidad imperiosa de vivir.

Por el otro, tenemos  a Carmen, alguien que formó parte del pasado de Elena, quien fue alguien para ella, pero que fue juzgada y apartada de la que fuese su amiga, distanciándose hasta quedar en sombras y recuerdos. La soberbia, el orgullo y la supuesta moralidad del momento rompieron los lazos de amistad entre ellas, porque resulta menos costoso el juicio fácil y la dilapidación, y mucho más difícil preguntar y esperar la respuesta pertinente, por temor a que duela.

A partir de ese momento y para ambas, solo quedará la oscuridad.

Nos hallamos ante una novela intimista de muy poquitas páginas que se lee de una sentada, de las que atrapan desde el primer párrafo y te llevan a querer saber e intentar entender qué pasó. 

Jaio narra la historia de dos amigas que se separan, con una prosa bella, un mimo de sentimientos y una profundidad que realmente hace tocar el alma con los dedos. Un ritmo lento, lineal y hermoso que hace emocionar, recordar e incluso sufrir; palabras cargadas de reflexión, palabras que duelen, reflejando la definición precisa del principio de la amistad. Y la música en el aire para curar las dolencias del corazón.


"El tiempo os ha enseñado que no hay nada inseparable, que no hay nada que dure para siempre. Que la vida se escapa igual que la música se desliza por el aire, poco a poco, dibujando curvas en la nada. Que lo único que nos queda antes de morir es el recuerdo, el eco de la música que un día escuchamos. (...) Todo lo demás se va resbalando hasta desaparecer con la velocidad en la que escapan las nubes en un día de viento".

Quien más, quien menos, habrá dejado atrás a personas que en un momento consideraron importantes, imprescindibles. Perderlas hace daño, recordarlas con esta lectura también lo hace. Sin embargo, para crecer como persona es ineludible no vivir de recuerdos, pero sí sacarlos del cajón del desastre y reconocer los errores del prójimo, y por encima de todo, los nuestros propios.

" Si una amistad se acaba es señal de que no empezó nunca."

Un paseo por el pasado de Elena y Carmen, una divagación por el nuestro; los silencios callados a gritos, el terror al punto de no retorno, la capacidad de perdonar o no hacerlo, la obcecación por no reconocer los miedos, los errores como algo innato que se denomina vida..... Todo esto concentrado en una novela breve, oculto en una trama magistral cargada de mucho desgarro y sentimiento.

En definitiva, un libro (de los pocos) que después de leerlo, hay que reposarlo para poder sentirlo en su mayor esplendor. 
Dos citas literarias compartidas, muchas otras anotadas en mi libreta, a las que regreso esporádicamente como terapia de introspección.